¿ciudad del conocimiento, cimiento de la nueva ciudad?
La Ciudad del Conocimiento no se trata de un simple proyecto inmobiliario.
Antonio Zárate Negrón
Fueron los rectores y académicos del sistema Tec los que perfilaron esa primera idea del gobernador con la de una economía del conocimiento. En la búsqueda de una definición más clara se recurrió a un equipo de trabajo del Tec; de hecho es un funcionario de esta institución quien proporcionó la definición más concreta, “como un conjunto armonioso donde está un buen sistema educativo, con una preparación también competitiva globalmente; con áreas de tecnología de punta también en la preparación; empresas trabajando en sectores nuevos de alta tecnología; programas de gobierno que coadyuven a la creación de nuevas empresas de base tecnológica”. (Moreno Zúñiga, 32)
A nivel estructural la respuesta se encuentra en las acciones que una nueva clase capitalista ha emprendido para generar un consenso que nos lleve a creer que el crecimiento económico y el progreso de las naciones está ahora en la innovación tecnológica, en la capacidad de apropiarse del conocimiento tecnológico desarrollado y la mano de obra calificada en las áreas estratégicas del mismo. Así se conforma una nueva concepción del espacio para la ciudad que se aleja de sus orígenes (la ciudad industrial) y abraza el sueño de una metrópoli cuya actividad productiva sea la economía del conocimiento. (Moreno Zúñiga, 86)
Están dedicando la ciudad a la construcción de su imagen, una que la coloque en el ranking mundial. En ese sentido, la urbe debe ser capaz de articular la política económica contenida en el proyecto Monterrey Ciudad Internacional del Conocimiento con la política urbana. Monterrey ha emprendido una serie de obras urbanas (Parque Río, vialidades más fluidas, ampliación del aeropuerto del Norte, ampliación de la línea 2 del Metro, etcétera), de las cuales el Parque de Investigación e Innovación Tecnológica y el Paseo Santa Lucía son las más emblemáticas. (Moreno Zúñiga, 97)
economía joven y distritos universitarios
1. economía joven y universitaria
Parece que la cultura universitaria en Monterrey, al diluir la distinción social a través de la homogeneización del consumo en un consumo juvenil, amplió la base de pertenencia a esta plataforma social, basándose en los públicos más “especializados” de consumo: los jóvenes.
José Luis Brea señala a este respecto «Todas las contemporáneas tecnologías del self (las tecnologías del cuerpo, la biotecnología, las multiplicadas posibilidades de la cirugía estética, toda la industria del aspecto, la moda, la cosmetología, las bioquímicas y las ciberdelias) están creando un territorio de juventud expandido.» (137)
No olvidemos que a pesar de que Monterrey ha intentado desde la última década del siglo XX pasar de ser una ciudad cede de negocios a ser una ciudad turística –donde los visitantes se queden unos días más en la ciudad y gasten en ella–; su logro más grande es que desde los sesenta Monterrey es una ciudad universitaria, lo que crea un “turismo académico” en el que grandes grupos de jóvenes con alto nivel adquisitivo vienen y se quedan por periodos mínimos de 4 años, gastan cotidianamente en entretenimiento (fiestas, cine, antros, bebidas), vivienda (renta o adquisición inmobiliaria), deportes (gimnasios, abonos a la temporada de los equipos de futbol locales), comida (en restaurantes y súpers), servicios (televisión de cable o satélite, telefonía móvil, conexión de internet, videojuegos) y todo el equipamiento que esto requiere (televisión, laptops, ipods, teléfonos celulares).
2. desvandada en las escuelas
La violencia/miedo también tuvo su efecto en las universidades. Muchos de los estudiantes foráneos optaron por regresar a sus lugares de origen y estudiar en las universidades locales, tras el asesinato de Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo a las afueras del Tec, el 19 de marzo del 2010 a manos de elementos militares. (Moreno Zúñiga, 126)
Solo la matrícula del Tec, por la violencia, se redujo de 18,500 a 16,500 alumnos y se recortó a 83 profesores del campus Monterrey, equivalente a un 5% del total. (Expansión, noviembre 2011)
La desbandada de estudiantes por la inseguridad, creó vacíos, tanto a nivel de la economía que sostiene, como del tipo de vida que materializa –la renta de inmuebles, el entretenimiento y el consumo de diseño– y evidencia que la reproducción de esta ideología del capital se puso en franca crisis.
distrito tec ¿otro proyecto de gentrificación?
En abril del 2010, motivados por una persecución a un grupo de narcos, el ejército irrumpe en el campus del Tec de Monterrey, abate a dos sospechosos, que son despojados de sus pertenencias e identificaciones para confundir su identidad y hacerlos parecer como narcos.
Después de este cisma al modelo aséptico de ideología que dio sentido al Tecnológico de Monterrey por más de 75 años, el rector declara a los medios, “la culpa de las universidades ha sido la preocupación por preparar alumnos para una alta empleabilidad, con fines monetarios y éxito profesional. Damos muy poca relevancia a nuestra misión de formar verdaderos ciudadanos, que asuman su responsabilidad social y política para cambiar este país. Los profesores y directivos debemos enseñar con el ejemplo a nuestros alumnos. Ahorita queremos culpar de la inseguridad a un grupo o grupos, cuando en realidad nosotros les hemos dado la tierra fértil para que esto suceda.” (El Norte, sección Vida, 12 de abril de 2010)
Este evento también establece una nueva relación con el espacio público. El Distrito Tec intenta un proyecto de campus abierto hacia su comunidad. “El Plan maestro que elaboró De la Mora buscó hacer del Campus como una suerte de ciudad a menor escala. La elaboración de un nuevo Plan Maestro [del DistritoTec] logrará replantear la relación del campus con su entorno urbano.”
En el Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Distrito Tec (2015) se establece que el campus del Tec “creará nuevos espacios deportivos, culturales y recreativos que potencialmente se abrirán al uso público, así como creará un cluster de investigación, innovación y emprendimiento que impulse la productividad y competitividad de la ciudad de Monterrey, Nuevo León y México”.
Este proyecto hace énfasis en la importancia de la participación de la comunidad de vecinos. Pero nadie se ha preguntado ¿qué tipo de participación ciudadana es la que se produce?
¿No es extraño que, dentro de este intento de reconstruir la ciudad, abatida por el huracán Alex y por la inseguridad, en el Plan de Reordenamiento Urbano de Monterrey (2013-2015) se designe a dos de las tres universidades privadas fundadas y patrocinadas por los corporativos de Monterrey como responsables de la administración del Distrito donde se establecen?
El Tec quedó a cargo del Distrito Tec, la U-ERRE del Distrito Purísima-Alameda. La UdeM es la excepción, aunque desde finales de los ochenta opera como detonador de la zona y, con proyectos como La Puerta de la Creación de Tadao Ando, sirve como hito del desarrollo inmobiliario; aunque no se asumen como administrador de un distrito ni el desarrollo Valle Poniente lo reconoce como tal.
quien declara la muerte, ¿busca cobrar su herencia?
En mayo de 2008, Enrique Norten declara al periódico El Norte, con respecto a su proyecto de la Torre Fundadores que este edificio “dejará abajo al proyecto de la Torre Reforma, que se pretende mida 244 metros, en la Ciudad de México, y a la Torre Mayor, actualmente el edificio más alto en América Latina, con 224 metros, también en la Ciudad de México, va a ser el edificio más alto de Latinoamérica [con 290 metros].” (El Norte, 19 de mayo de 2008, sección Vida)
A pesar del aparato mediático y legitimador del desarrollo inmobiliario que, para entonces implicaba la Torre Fundadores, ésta nunca se construyó.
En 2013, Norten regresó a Monterrey (Cátedra CEMEX, Universidad Regiomontana) y, a pregunta expresa sobre este proyecto, contestó, “se murió por la recesión y todo lo demás. Se murió”. (Milenio, 17 de junio 2013)
Este “todo lo demás” que “causó la muerte” de un proyecto inmobiliario como la Torre Fundadores –o le da posibilidad de existencia– es parte de la reconfiguración del espacio público: el cambio de la conciencia y respuesta social ante lo que pasa alrededor, la inseguridad que hace que la ciudad (y sus proyectos) no sean los mismos, la manera de resignificar los espacios públicos y la nueva imagen que deben generarse los corporativos ante la comunidad cuando emprenden proyectos de impacto social.
Dos proyectos paradigmáticos: el Distrito Valle del Campestre y el Distrito Tec, evidencian las distintas reconfiguraciones en y desde el espacio público a finales de la segunda década del siglo XXI.
En el desarrollo del Distrito Valle del Campestre podemos leer 1) un descentramiento del eje en la postura política e ideológica de los corporativos y 2) un cambio, después de la crisis del 2008, de la fuente del capital.
A finales de los setenta, en lo que ahora es el Distrito Valle del Campestre, hubo dos hitos importantes que signaron el espacio público con tintes ideológicos. En 1978 se inaugura el Monumento a la Alianza (Los Tubos) de Xavier Meléndez, conmemorando la Alianza para la Producción, estrategia por la cual el presidente José López Portillo, en su sexenio, intenta reconciliarse con los empresarios de Monterrey después de los enfrentamientos con Luis Echeverría, para sacar al país de la crisis económica.
En los mismos años, a pocas cuadras de ahí, en respuesta a la guerrilla urbana, que se dio en el sexenio de Echeverría y después del asesinato de Eugenio Garza Sada, en un amplio terreno totalmente rodeado de altas bardas, se establecieron las oficinas corporativas de CEMEX, VITRO y ALFA. El acceso público más cercano a este predio era el Planetario ALFA.
Para rematar la vocación ideológica de la zona, en 1990 una de las calles principales, de las cuatro que circundan estos corporativos, cambia su nombre, de Santa Engracia a Ricardo Margaín Zozaya, empresario que, en el entierro de Eugenio Garza Sada, leyó un discurso en clara confrontación a Echeverría.
Con la crisis financiera del 2008 VITRO enfrenta problemas con el manejo de su deuda (que no termina de renegociar hasta 2013).
Una estrategia para resolverla es la venta de los terrenos de sus oficinas corporativas, de altísima plusvalía. Entre 2009 y 2013 VITRO vende a la desarrolladora One Development Group (ODG) cerca de 148 mil metros cuadrados que utiliza para liquidar una deuda por 69.3 mdd a un fideicomiso de Bancomext y 36 mdd para la modernización de equipo e innovación tecnológica en sus plantas productivas, así como a la disminución de deuda. (El Financiero, abril de 2013)
Con esta transacción ODG vuelve un espacio de seguridad cerrado a los corporativos, a fines de los setentas, en un jugoso desarrollo inmobiliario de alto nivel, “el último hogar de los millonarios”, lo llamó Forbes en 2014.
Convocando a arquitectos icónicos a nivel internacional para construir algunas de las torres habitacionales que se edificarían en ese nuevo desarrollo (César Pelli, edificio Sofía; Foster+Partners, Torres Saqqara) el Distrito Valle del Campestre se instituye como el mejor negocio inmobiliario posiblemente del país.
El verdadero valor de este desarrollo –independientemente de su discurso que apela a la comunidad– queda claro en la declaración de Bernardo Flores, socio y director de ventas en ODG, que ignora la necesidad de estos “amortiguadores” que representa el discurso de lo social ante la contundencia bruta del discurso del capital que no se inhibe, al decir, “la inseguridad nos ayudó en Sofía porque los sistemas de seguridad que tenemos son tan avanzados y la gente se siente tan segura, que están mejor viviendo en este edificio que en sus casas donde estaban antes. Entonces desgraciadamente por la inseguridad, porque nadie quiere la inseguridad, sí nos ha ayudado a nosotros a vender un poco más”. (Forbes, 14 de septiembre 2014)
El Cuauhtémoc de Troya 