iii. unión y rasgadura

puentes y fracturas

1. ¿integrados por el capital?

El puente de San Luisito, inaugurado en 1908, unía dos partes de la ciudad a menudo incomunicadas por las crecientes del río Santa Catarina. Era una estructura de acero techada, con comercios a los lados; un puente convertido en arcada comercial. El vincular de manera definitiva el barrio popular de San Luisito –habitado principalmente por obreros originarios de otras partes del país– y el aristocrático centro de la ciudad era un acto congruente con la voluntad de apertura e integración de la sociedad regiomontana. (Landa, 51)

2. el lado oscuro de la misma moneda

Los puentes para vehículos en las ciudades son espacios con una doble arquitectura: la primera está ligada a la finalidad de facilitar el rápido transporte vehicular; la segunda actúa como cobijo, como lugar de tránsito o reposo del grupo social más desprotegido. Esta arquitectura es solo el otro lado de la misma moneda. (García, 83)

ciudad estrangulada

Al estudiar de codos sobre la radiografía que nos entrega la torre del Palacio Federal, se van observando, uno a uno, los males estructurales de la ciudad.

Esta se aventaja por la arterosclerosis prematura de sus calles estrechas, sin elasticidad para un tráfico que a medida que se acrecienta, más se entorpece y enreda.

El tajo brutal, reseco e irregular de la cuenca vacía del Santa Catarina deforma y deprime el crecimiento de la ciudad hacia rumbos que no pueden cruzarse por falta de puentes sobre el río de piedras y de arena.

En el viejo centro citadino, se siente la asfixia de las casas apretujadas, sin espacios abiertos, sin parques ni jardines en número proporcionado a la categoría de la urbe. (Herrera Carrillo: 1948, en Rangel, 170)

El viajero que sabe que la ciudad de Monterrey nació a la vera de unos manantiales, imaginará encontrarlos en medio de algún jardín, bajo las frondas de un viejo parque o en el centro de una plaza espaciosa. ¡Ilusión vana! (Herrera Carrillo: 1948, en Nuncio, 61)

gilberto, conciencia y aprendizaje

[Gilberto] un monstruoso huracán que dejó noventa muertos, cuarenta mil damnificados y daños por más de 150 mil millones de pesos. (Zapata, 139)

1. temer al agua

150 personas perdieron la vida en cinco autobuses mientras cruzaban el río Santa Catarina; 6 policías murieron al intentar rescatar a los pasajeros varados en los autobuses. Los residentes de Monterrey se quedaron sin electricidad y agua potable, y la mayoría de las líneas telefónicas se perdieron.

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No existía en Nuevo León una Dirección de Protección Civil. Fue Mario Quintanilla, asistente del entonces Secretario General de Gobierno, Natividad González Parás, quien se hizo cargo de organizar, junto con los jefes de corporaciones de bomberos y policía, a los elementos para emprender labores de rescate.

En voz del ex gobernador Jorge A. Treviño, las instituciones y los ciudadanos parecen haber aprendido la lección principal: “La adversidad puede ser domeñada, pero no menospreciada.”

El meteoro que realmente enseñó a los regiomontanos a temer al agua, fue Gilberto. (Milenio, 17 de septiembre 2013)

2. de lo que el agua es capaz

Considerado el mayor huracán del siglo XX, en giro inesperado el 17 de septiembre de 1988 el huracán Gilberto entró a Nuevo León con lluvias torrenciales y vientos de 296 kilómetros por hora, arrasando con todo lo que halló a su paso.

Colonias enteras de Santa Catarina y San Pedro desaparecieron literalmente de la noche a la mañana.

Uno de los hechos más recordados por la ciudad fue el de los cinco autobuses que, al dirigirse a la carretera a Saltillo, fueron desviados hacia Morones Prieto y, al llegar a la altura de Miravalle, fueron arrastrados por la corriente del río Santa Catarina.

Tras el paso del Gilberto se fortalecieron los organismos de Protección Civil, se construyó la Presa Rompepicos y la gente tomó conciencia de que el agua es capaz de matar lo cual ha ayudado a salvar muchas vidas, en posteriores fenómenos naturales. (Multimedios, 17 de septiembre 2015)

lo que mata no es la bala…

1. lo económico

La industria automotriz se trasladó hacia los países emergentes, pero no solo en su parte de producción o proveeduría, sino también modificó los modelos de consumo hacia estas áreas, como una forma de fortalecer la industria. (IMPLAN San Pedro, 37)

2. la velocidad

El sistema automovilístico hace de la velocidad una conveniencia, sobreexpone a los conductores a la ilusión de un dominio del tiempo y de la distancia a partir de la velocidad, y en ese entrecruzamiento transcurre gran parte de la vida social cotidiana de quienes así se conducen y en general, de nuestras sociedades. (Fouquet e Irazuzta, 93)

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Nuevo León ocupa el primer lugar nacional en accidentes de tránsito. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el año 2015 se presentaron en México 378 mil 232 accidentes de tránsito. Mientras que ese año, reporta la fuente, en el estado de Nuevo León se registraron 86 mil 110 percances, es decir, el 22.76 por ciento del total nacional; con casi 50 mil accidentes más que el segundo sitio, Jalisco, que cerró ese año con 38 mil 788 accidentes. Del año 2010 a 2015 sumaron más de 75 mil personas heridas en accidente de tránsito. (Milenio, 25 de marzo, 2017)

3. partículas suspendidas

Para 2012, según la Organización Mundial de la Salud, Monterrey ocupó el segundo lugar a nivel nacional en cuanto a partículas suspendidas (PM10). Este año [2013] con datos de la misma organización, mantuvo el segundo lugar en partículas menores a 10 micras (PM10) y el primero a nivel nacional en contaminación por partículas menores a 2.5 micras (PM2.5). (IMPLAN San Pedro, 39)

4. soy mi coche

En San Pedro Garza García la población no ha crecido; pero, en contraste, lo ha hecho el parque vehicular. En este municipio, la mayoría de los viajes son realizados en autos con un solo pasajero, creando una mayor demanda de vías públicas que si se utilizara el transporte público. La venta de carros se ha sostenido, ocasionando que, desde el año 2010, el número de carros registrados en este municipio haya superado el número de habitantes.

En San Pedro Garza García, la dependencia de la población sobre el uso individual del auto se puede deducir de la relación entre el total de vehículos registrados (122,144) y el total de la población (122,000), lo cual implica una tasa de un vehículo por habitante (incluyendo a los menores). (IMPLAN San Pedro, 44)

5. fierros retorcidos

En la primera plana del periódico El Norte [diciembre 4 del 2005] se destaca que Nuevo León es el estado con el índice más alto de accidentes de coche del país (19%, según el INEGI). Acompaña la nota una foto a casi media plana de un montón de coches chocados y abandonados en el corralón.

Si bien, a primera vista, las carrocerías deformadas, llenas de óxido, los cristales rotos, se relacionan con el abandono, con la fealdad; estas son ya una estética de nuestro tiempo.

En esta estética se mezclan la tecnología con el erotismo, la velocidad, el poder, la tragedia, el riesgo, el dolor y la muerte. El coche protege y proyecta la individualidad y es el exoesqueleto que se pone en contacto con el otro. El coche es también el signo de la ciudad, de su caos, su decadencia, su potencial y sus peligros.

Esta estética está ya tan asimilada que, incluso, fue utilizada por el municipio de San Pedro, en Nuevo León, en su campaña para concientizar a los jóvenes sobre los excesivos choques: una serie de modelos jóvenes con moretones, heridas, collarines, en una mezcla de sofisticación del mundo de la moda y la estética del peligro y el choque. Su eslogan es –emulando tal vez aquel “Soy totalmente Palacio”–: “Soy imprudente” y añade “Los choques por alcance están de moda”.

¡Quién sabe si el mensaje, en este caso, sea eficiente u opere al contrario! Es decir, ante tanta insistencia hacia una estética de la decadencia y la violencia que, a la par de la morbosidad, despierta nuestro placer y nuestro deseo, ¿se promueve la conciencia o se promueve el riesgo, el deseo de choque, la atracción hacia la velocidad y los fierros retorcidos? (tecnostalgia, 2005)

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