5. Ciudad fracturada

violencia :: entre naturaleza y desarrollo :: entre desarrollo y sociedad

Con mucha exageración quizá, pero exacto en múltiples sentidos, [a Monterrey] se le podría llamar el valle de la desilusión.

Raúl Rangel Frías

¿Regresó el río magnífico? Remover su antiguo lecho, inundar y ahogar la ciudad.

Georges Londeix

La frontera es un espacio peligroso, expuesto a la violencia. Al interior de la ciudad, la calle es su equivalente: es el lugar en el que desaparece la seguridad de la esfera doméstica y puede suceder lo inesperado: peleas, asesinatos, revueltas públicas, toda suerte de transgresiones.

Pablo Landa

Silencio. Sin tranquilidad el capital huye.

Vicente Lombardo Toledano, sobre Monterrey

fundación por la violencia

Una ciudad que, a lo lago de 14 años, tuvo que ser fundada tres veces, ya desde su origen marca un sino.

El mito regiomontano ha creado, alrededor de esto, “el carácter” de resistencia ante lo hostil de la naturaleza. Lo que subyace alrededor de este mito es una vulnerabilidad que, alrededor de ella –para no reconocerla, para ocultarla– construye un poder monolítico, una cultura de violencia soterrada.

Esa violencia que irrumpe, que fractura los lazos sociales, los estamentos que construyen ciudad y sociedad, es el ser regiomontano.

i. fuentes violentas

una condena de la zona

En una capa fechada alrededor de 3000 a. C., los arqueólogos encontraron casi un metro de grava, correspondiente a una o varias inundaciones gigantescas en las cañadas bajas de la Sierra Madre. Epstein concluye que dichas inundaciones eran de tal magnitud que hubieran destruido casi toda evidencia de ocupaciones humanas previas en la zona de río abajo. El evento señala el inicio de un periodo de mayor pluviosidad que duró por los menos medio milenio en este sitio. (Murray, 24)

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los particulares diluvios

La localización, entre dos sistemas montañosos (Sierra Madre Oriental y el cerro de las Mitras) exponen a la ciudad a las continuas y violentas crecidas del río que la cruza y se encañona.

1. el origen del desierto

En 1612 la ciudad queda prácticamente destruida tras una inundación y se reconstruye en un punto más alto. (Landa, 83)

Fue la misericordia de Dios tan grande, que cuando, menos daño pudo recibir la gente, envió tanta agua, el mes de septiembre del año treinta y seis [1636], que parece se abrieron las cataratas del cielo y rompieron las fuentes del abismo de las sierras, según las bocas que por ellas reventaban. Y a no saber de fe, según la palabra de Dios, no había otra vez de anegar el mundo en general, se pudo temer su ira, porque no privó los particulares diluvios.

Este temor fue grande en este reino; que si bien veían los muchos desagües que tiene en tantos ríos, veían a éstos salir de madre, llevándose las arboledas de sus riberas; desgajándose de las sierras las peñas, en las reventazones que hacía el agua, causando pavor y miedo. Derribó todas las casas de Monterrey y las iglesias, dejándolo hecho un desierto. (Alonso de León: 1649, en Rangel, 29-30)

La mayor tragedia en la historia de Monterrey [inundación de 1909] arrasó zonas muy extensas de la ciudad y el número de víctimas, que nunca ha podido precisarse, se estima entre tres y cinco mil.

Con anterioridad a esta gran inundación de 1909, el río había causado daños considerables el 8 de octubre de 1881 y el 15 de agosto de 1903. Unos días antes de la gran inundación, el 10 de agosto de 1909, el río había traído una avenida que destruyó muchas casas en el barrio de San Luisito y que hizo algunas víctimas. (Vizcaya, 131)

2. un cauce de pobreza

Basta con que el visitante salga del perímetro del canal [Paseo de Santa Lucía] para que se tope con barrios empobrecidos del centro que poco tienen que ver con la imagen de la ciudad global, dando lugar a una arquitectura difusa y discontinua, donde solo se renuevan ciertas áreas de la ciudad, creando enclaves urbanos. (Moreno Zúñiga, 99)

3. inundados de “el agua de oro”

La peor inundación ha sido esta inundación de cerveza que fundó la ciudad por cuarta vez.

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Debe haber sido la sed –una sed física–; una necesidad orgánica de apagarla con una bebida refrescante y estimulante, lo que a fines del siglo XIX indujera a un puñado de mexicanos avecindados en el pequeño Monterrey a asociarse para fundar lo que habría de ser la empresa matriz. (Novo, Crónica regiomontana)

inundación y creencia

1. caudales enfrentados

La Virgen Chiquita [de la Purísima] salvó a la ciudad de una inundación en 1757, cuando “una zapatera la puso de cara al torrente que venía desde el Cañón de la Huasteca y vio las aguas dividirse. (Landa, 10)

Esta misma virgen fue destruida por estudiantes “anticlericales” en época de Calles.

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Después de asistir al desfile cívico deportivo, con que se celebró esa fiesta nacional [la Revolución, 20 de noviembre de 1934], un grupo de muchachos alquiló un camión, se proveyó de una cadena y como tenían la tarde libre, solicitaron y obtuvieron permiso para “salir a dar la vuelta”. Enfilaron hacia Diego de Montemayor entre 15 de Mayo y Juan Ignacio Ramón y al llegar frente a la estatua de la Purísima, dos de ellos se bajaron, pasaron la cadena alrededor, la amarraron en la defensa posterior del camión y dieron marcha. Naturalmente la estatua de piedra se cayó y se hizo añicos. (Mateo A. Sáenz, Anecdotario, 108-109, en Salazar, 46).

Una confrontación natural y otra ideológica parecen ser las fuentes de la violencia en que se arraiga la ciudad.

2. huelga y huracán

El 24 de agosto [de 1938] entregaron 24 emplazamientos a huelga por solidaridad, el día 26 se votó por un paro indefinido en la Federación de Trabajadores del Norte.

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Debido a un huracán ese día llovió torrencialmente y a causa de un recodo en el río Santa Catarina a la altura de la Quinta Calderón (Restaurant El Tío) se inundaron las colonias María Luisa y El Mirador (las colonias aristocráticas de esos años). En algunas casas el agua alcanzó hasta un metro. Las lluvias no impidieron que el conflicto de la Tipografía Comercial llegara a un punto de choque, que implicó la intervención del Gobernador. La amenaza de huelga general se anunció otra vez por la CTM y el 28 de agosto esta central convocó a paralizar la industria local.

Las lluvias persistieron, ocasionando el día 28 de agosto la peor inundación del río Santa Catarina desde 1909. El Porvenir encabezó su edición del 29 de agosto así; “Como en 1909 el río Santa Catarina está amenazando de muerte a la ciudad de Monterrey”. El río arrastró tejabanes y automóviles, paralizó los trenes que iban a Tampico. Se rompió el vaso de la presa de Herreras y se desbordó el río Pesquería. El Gral. Guerrero [gobernador de Nuevo León] comunicó el desastre al presidente Cárdenas. El Porvenir narró el acontecimiento: “Escenas espantosas e inenarrables en la calle Humboldt. Las aristocráticas residencias fueron invadidas por la embravecida creciente. Noche de angustia y dolor en los hogares de Monterrey. Por tres rumbos diferentes abrió brecha el río y penetró a la ciudad, las pérdidas se calculan en medio millón de pesos. Muchas factorías registran pérdidas cuantiosas. La creciente agobió a la colonia Independencia, sigue aumentando el número de víctimas.”

El río causó un gran desastre pero salvó a Monterrey. El primero de septiembre desapareció la amenaza de huelga. (Zapata, 76-77)

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